martes, 7 de octubre de 2008

¿Hoy o siempre?

La soledad, maldita soledad.
Aparece cuando menos la necesitas, cuando pides un abrazo y una caricia, y te evita que puedas sonreír en todo el día.
Su hedor quedo y acompasado. Sus manos frías y temblorosas, y sobre todo, su alma negra y vacía.
Las noches largas, repleta de sueños sin sentido.
Abres los ojos, la mañana ya llegó, y ahí sigue estando, la única acompañante en tu cama, en tu vida.
Respiras, miras, andas, corres, vuelas, desapareces, duermes, pero sigue estando ahí contigo.
La soledad es una acompañante muy exigente, no quiere compartirte con nadie, y solo se irá cuando te hayas acostumbrado a ella, cuando hayas dejado que tus pies te dirijan, y no tu corazón, y cuando tus ojos no dejen de mirar al suelo aunque sientas que alguien te mira.
.. ..
El corazón te tiembla, piensas que ha llegado tu hora, ansias unos labios, unas manos en tu pelo, unos ojos cerrados, calor en tu boca, pero solo son los sueños que no has conseguido tener esa misma noche.
.. ..
No distingues el día que escuches un Te quiero, y mucho menos cuando puedas tumbarte debajo de un árbol y contar los lunares y las pecas de tu amante. Sólo hay una cosa que te acompaña; la nada.
.. ..
Maldita soledad. Quiero que me abandones, creo que ya no me merezco tu amor, solo quiero dejar de sentirme solo, y de despertarme con unos labios cerca de mis ojos.

No hay comentarios: