martes, 7 de octubre de 2008

El infinito

Nunca antes me habían besado unos ojos, hasta que la conocí. Sus ojos marrones, desnudos, despojados de todo, menos de mi miedo, me miraron con mezcla de incredulidad y de advertencia. No pases de aquí, parecía decir, pero yo no hice caso.
Cuando te enamoras de alguien, nuevamente, no puedes hacer nada para evitarlo, ni mirar a otras, ni amar a otras, nada, tienes que soportar cómo su mirada se deposita en otros ojos, en otras manos, en otros labios, mientras que a ti, que te juraste nunca depender de nadie, te comen los celos, la impotencia y las lágrimas.....
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Cada movimiento suyo es como un alfiler, como un pellizco que te avisa que sus insomnios, sus orejas, su almohada, no serán tuyos. Al menos otra vez.....
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La primera vez que la vi después de nuestro silencio, intenté conmoverla con mis escritos que tenían más de mediocridad que de interés, y ella, con esa educación que caracteriza a los que tienen sangre jienense, escuchaba atenta cómo intentaba impresionarla con mis mentiras, y se reía con mis verdades.....
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No recuerdo nada más después, sólo un ligero roce de sus labios, y un desenfreno de los míos. No sabía cómo besarla, la verdad es que nunca he sabido como besar a una mujer, pero esta vez era la primera vez que alguien me besaba antes de besarme. Con los ojos, con las manos, con el cuerpo, con el alma, con la misma sombra. No cerré los ojos por mera educación, sino porque estaba abrumado, incrédulo, y la vez fascinado y aterrorizado.....
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Mi soledad, mi recelo, y sobre todo, el recuerdo del pasado, me acompañaron en el viaje de vuelta, después de acompañarla a su portal, y de pedirla un beso furtivo, que ella, por supuesto, me negó.....
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No podía pensar en mi inminente despido, sólo podía pensar en la próxima cita con ella. Unos minutos, un saludo, sólo eso. La desesperación me inundaba, se apoderaba de mí, me carcomía por dentro, y me negaba mil veces al minuto que estaba enamorado de ella, como hacía cuatro años.....
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Un café, el vestíbulo del Cine Tívoli, un libro, un té frío
....la Gran.. Vía.. fueron testigo de nuestro odio enamorado. ....
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El silencio importaba más que las palabras, no había nada que decir, ni teníamos intención de decir nada, solo mi impaciencia hacía que soltara una retahíla de verdades exageradas, o de mentiras disminuidas. Innecesarias en todo caso.....
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Cada día que pasaba se hacía más claro nuestro amor, y nos acercaba más a su propia muerte. Cosa que los dos sabíamos, pero que yo no quería creer. ....
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La noche, último espectador nuestro, madre de una luna en cuarto menguante, coloreaba, en blanco y negro, su cuerpo privado, en mi cama desnuda. ....
Cada palabra sobra. Cada recuerdo se enturbia. Cada mirada no es la suya. Cada segundo se muere.....
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María, Leticia, Carmen, Ana, solo nombres, nombres con cuerpo sin cara, nombres que dejaron de significar hace mucho tiempo, en el mismo momento que nacieron. ....
Mar, Irene, Verónica, Vanesa, amores que nunca fueron amores, mujeres que nunca dejaron de ser mujeres, pero que la lluvia amarilla acabó por destruir.....
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Daría hasta el color de mis ojos por tenerla en una mesa, como aquella vez, con un capuchino, que sabía a niñez, y que no pudimos beber ninguno de los dos, con mi uniforme color azul, y con su sonrisa, que justo ese día cumplía veintiséis años.....
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Detestaba su propio nombre, antiguo como su propia sombra, aunque le gustaba que yo lo pronunciara en nuestras escabullidas en la noche. Yo también odio mi nombre, si no está pronunciado por ella, con el ruido del silencio de la penumbra.....
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Y un día se fue, así sin más. ....
Sin pronunciar un adiós, un hasta luego, o un desesperante hasta siempre.....
Ella volvió a salir de mi vida, el mismo día que el sol regresaba a la ciudad. ....
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Dejé de existir para ella, no había sido más que una excusa para que la soledad no la invadiera, para que la tristeza no le tocara la piel, o para que el recuerdo a su ciudad no la hiciera llorar. Ya allí, aquí, ni soledad, ni tristeza ni recuerdo laten en ella.....
No soy más que ese mes, esa aventura, que se olvida tan pronto como apareció. ....
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Para mi fue el fin de la espera. Durante mucho tiempo soñaba que sus besos sabían a leche y a galletas, y cuando al fin los probé, me di cuenta que sabían a mí. A espera de tardes encapotadas, y a noches de lectura llenas de pasados ajenos.....
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Hoy la volví a ver. Tres meses separan a ese yo del yo de ahora. Y tengo los mismos sentimientos, los mismos ojos color duda. La misma vida.....
Ella es diferente, los mismos ojos marrones, el mismo pelo corto, moreno, eterno, la misma sonrisa de andaluza sin recuerdos, los mismos labios que durante un mes, fueron mis compañeros de viaje, y sobre todo, la misma oscuridad, pero con distinto sol. Totalmente diferente.....
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¿Por qué el recuerdo de la verdad es mejor que la propia verdad?, me preguntó mi hermano hace unos años. Ahora lo sé, pero no quiero contestarlo.....
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No sé si la volveré a ver, no sé si estoy preparado para volver a verla, no sé ni siquiera si quiero verla, qué tontería. Solo sé que una vez, solo una vez, conseguí acallar lo que una vez soñé.....

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