lunes, 27 de octubre de 2008

-10-

Sol de luna apagada, de mirada ingrávida,
de tierno lucir.
Anoche, por la mañana, cuando los sonámbulos
cruzan el espejo, te vi, crucé mi mirar con ésta,
tu sombra.

El horizonte, tuyo, blando y grueso, amarillo
y oscurecido, blandí, entonces, mi pesar,
noté tu desgajado pasado,
tu inútil ayer, tu útil ayer.

Negro caballo, de humo blanco, poeta de cristal,
sin hoja en blanco, sin asentimiento. Recuerdo de madre y hermano.
¿Quién es el que está en la espesura de tu sombra blanca?

Te diré, (hermana, amiga, sombra de lo que no fue), quién es.
Mátole el silencio. Cenizas. Humo.

Y por fin, en esta cruz de mujeres sin alma
te dormirás de una batiente de alas azules y rojas. Sin despertar,
princesa. Sin despertar.

Puedo sin sentir creo, y siento sin poder creer.

Figura serena, blanca y ligera, a tu pesar,
dulce y salada, al mío.
¿Qué será de estos días sin noche, de estas noches
sin sol, de este andar sin pasos?

Dame tu reflejo en mi viajar y vete para siempre volar.

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