sábado, 18 de octubre de 2008

El mago maño

Por fin ha vuelto. Su nuevo disco desborda Bunbury por todas partes.
Rock, rock y rock. Nada más.
Lejano quedan sus experimentos, que aunque acertados, únicamente distorsionaban su verdadero sonido.
“Helville De Luxe” es un disco que sabe a poco. En sus letras, donde las guitarras predominan, y donde el folk se junta con el rock, una voz se escucha más que ninguna; es esa unión lo que hace que este disco se convierta en uno de los mejores, si no el mejor, de la carrera en solitario del maño universal.
Once años lleva solo, y en cada nuevo disco pega un salto tanto de calidad, como de innovación. Radical Sonora sonaba demasiado a Héroes del Silencio, y enseguida se arrepintió de ello, Enrique es un explorador, no un hombre cotidiano.
Los siguientes discos fueron menores, y de también de menor repercusión mediática, pero con igual o más calidad que su primer disco, aun se encontraba buscando su camino.
Entonces llegó, En 2002 apareció. Su mejor disco hasta la fecha. “Flamingos”. Un disco repleto de ritmo y de mensajes escondidos. Su meta a un estaba lejos, pero pudo comprender que lo importante no era llegar a alguna parte, sino el propio camino. Con canciones como “Si”, o “Ciudad de bajas pasiones”, y sin olvidar “Hermosos y malditos” testificó esta aseveración.
Ya no se sentía presionado por el pasado de Héroes del Silencio, al fin era él, Enrique Bunbury.
Los siguientes discos simplemente eran diversión, eran discos predestinados a un montaje de concierto, a pasarlo bien, a imaginar que todos pertenecemos a una noria, a un circo. La calidad no la descuidó, pero en “Freak show” se entregó, plenamente, a esa diversión.
No hablemos ahora de sus colaboraciones esporádicas, no olvidemos que estamos ante un artista, además de polifacético, inquieto, alguien que no para de buscar caminos nuevos que recorrer, sin importar la meta.
La poesía, la literatura, su saber estar, son sus señas de identidad. Enrique Bunbury, un artista que antes de nada, admira la inteligencia.

Sus letras hacen reflexionar, pero no de una forma social, como quizás lo haga Ismael Serrano, o Joaquín Sabina, pero si de una forma más profunda, y sobre todo, más subjetiva. La vida de cada uno, es de cada uno, ¿quién eres tú para vivir la mía?

Gracias por regresar, gracias por no haberte ido nunca. Gracias Enrique.

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