martes, 7 de octubre de 2008

-4-

La madrugada había echo olvidar a la noche. Los brazos, aun estrechos, del sol abrigaban el cuerpo desnudo, cubierto únicamente por una sábana blanca, de Alejandra. Fue entonces cuando pasó.
Sus ojos se abrieron y se encontraron con un viejo despertador, marcando una hora perdida, fuera cual fuera era temprano, o tarde, dependiendo para qué.....
Un olor salado impregnaba la habitación, un olor que le recordaba a la noche ya muerta, a esa noche olvidada por las inmediatas miradas del sol.....
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Se incorporó en la cama, y la sabana cayó a la cintura, despojando a sus pechos de su intimidad. ....
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Alrededor de la cama, soltados, como si hubieran sido alguna vez objetos con vida, unos zapatos, un sujetador, un bolso, un pantalón, y demás enseres abandonados, pero igualmente ajenos.....
Se levantó de la cama e intentó andar, tarea harto complicada viendo el estado de su cuerpo. Apartó la sabana, que aun la tapaba levemente, y descubrió chupetones, arañazos y demás dibujos eróticos en su cuerpo. Una sonrisa se dibujó en su cara.....
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Una cara, una sonrisa, una caricia, imágenes todas ellas confusas, pero también claras como fotografías antiguas y ajadas.....
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El aire que se colaba por las rendijas de las ventanas, la regresó a la realidad. Nuevo intento de andar, y nuevo fracaso.....
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Una palabra, el humo de un cigarrillo, una mirada imposible de rechazar.....
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Al fin, se pudo poner de pie. Acertó a observar que la luz del pasillo estaba encendida, y fue entonces cuando sintió más profundamente ese olor a salado que la había despertado. Compañera con el olor, percibido una voz, era ronca, sensual y imprevisible.....
Miró a un lado y vio una corbata mal colocada en el respaldo de una silla, la única.....
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Los labios no se podían separar, las lenguas luchaban como espadas en una batalla inocua pero persistente.....
El alto piso donde Alejandra vivía no fue un obstáculo para ellos. Nunca supieron como llegaron, quizá un ser superior les ayudó al ver la imposibilidad de sus mentes, de separarse de sus cuerpos.....
Nadie sabe si la puerta se cerró tras ellos, ni siquiera cómo se abrió, qué más daba, lo importante es que estaban dentro, aunque visto de esta manera poco importaba, también, que estuvieran dentro, ni sus nombres, y qué carajo, no importaba nada más, solo ellos.....
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Nunca una blusa, una falda y unas bragas se rompieron con tanta facilidad. La camisa y la chaqueta sufrieron igual fortuna, prematura muerte sin remedio.....
Sus cuerpos desnudos, sudados, con un sudor limpio, sucio y lleno de lujuria, se frotaban en una búsqueda de incesante perversión.....
La boca de Alejandra se abrió pero no surgió nada, ni una palabra, ni un susurro, ni un grito, ni un adiós. Las embestidas que le regalaba aquel hombre con nombre sin importancia, la hicieron gritar sin palabras, y ni siquiera un “más” pronunciado sin voz fue audible. Fue el grito ahogado más fuerte y más alto jamás pronunciado. Se oyó hasta en los confines de la tierra, pero nadie se enteró. ....
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Salió el pene de la vagina, encharcada, de Alejandra, brillaba por el suculento licor que salía de ella.....
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No pudo más, se dejó caer en la cama, y soltó los brazos que la tenían asida a la espalda de aquel, ahora, hombre sin momento.....
Se creyó que había llegado su descanso, no eterno, pero si parcial, para fumar un cigarrillo, beber un trago de vodka, o quizá de volver a nacer, cosa que no pasaba por la mente de ese amante fugaz. ....

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