sábado, 29 de noviembre de 2008

Museo Reina Sofía; hoy y mañana.

El arte hay que vivirla, introducirse en ella, hacerla propia. Caer en su trampa, en su red de cordones delgados.
No importan los artistas, ni siquiera el título de sus obras, solo lo que hace sentir.
¿Qué es para ti el color verde, o el naranja?, ¿Y una escultura con forma de aleta de tiburón? Importa el individuo.
No quiero fotos, no quiero opiniones, quiero imágenes.
Personas, miradas; NO¡¡. Necesito colores, colores que despierten recuerdos, que me evoquen instantáneas que a lo mejor nunca existieron.

Acércate sin miedo. En cada cuadro está uno mismo.
No hay que saber entenderlo, hay que deber comprenderlo, mediante nuestra vida.

El abismo, y el negro, y el miedo, y el arco iris, y el ahora.
Cada paso un sentimiento, un color. Cada color una muerte, y un renacimiento. Una escalera que sube, y que también baja.

El aire que se respira está cargado y es ligero, repleto de ideas e intenciones.
No importa el origen del sentimiento, solo importa el Yo, y el Tú, y el Él.
El único obstáculo es la idea que se choca con las ideas. El Yo antes que el Tú, cuando la solución es que vayan cogidos de la mano.

Que arte es el verdadero, es difícil de saber, todos son verdaderos, y todos son mentira.

La gente mira, pero no observa. Siente pero no padece. Oye pero no escucha.
No importa el porqué, el de quién, y el cuándo.

Desde la lejanía todo pesa más, los recuerdos se vuelven ignominiosos, pero también ásperos. Reflejos de un espejo que no da miedo, que deslumbra, pero que tiempo después, aterroriza.

La pincelada azul guió mis pasos hasta nuevos cuadros, todas ellos válidos. Es mi pasado, ¿Dónde me llevará?
Ahora solo veo imágenes vacías, repletas de trazos. Demasiada verdad. ¡Lástima¡

No miro a Pablo, miro a las gentes, a sus caras, a sus gestos. Alguien intenta explicar algo que no se debe. ¿Por qué?
¿Qué ven los que no ven?

Nómadas, peregrinos, vagamundos de salas vacías. Números ordenados, ideas caóticas. Orden en el caos, tiempo perdido.

Salgo cansado de tanta verdad, de algo que encuentro tanto fuera, como dentro. Una paloma.

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