jueves, 20 de noviembre de 2008

El andén fantasma

El andén fantasma lo llaman. Chamberí para sus transeúntes.
He viajado en el pasado.
Baldosas blancas, impolutas. Impregnado de ese olor a pasado, que todos conocemos, ese pasado que nunca deberíamos olvidar.
Su tono blanquecino lo inunda todo, seña, ésta, de otra época.
Casetas expendedoras con sillas altísimas, con una pequeña taquilla de menos de 25 cm, para cada trabajador. Ni siquiera con teléfono. Aislados, apartados. Abandonados.
Únicamente acompañados por un ruido prolongado y varias veces repetidos a lo largo del día, un ruido que ni siquiera se para, para preguntarles cómo se sienten.
Aire viciado, cargado de luz artificial esmaltado. Pasos huecos, voz apagada, soledad acompañada. Tristeza.
Cuántos grandes hombres, y mujeres, trabajaron aquí, personas que merecen que su vida, y sobre todo su recuerdo sea contado. Cuántas anécdotas habrán pasado por esos muros baldosados… y dónde estarán ahora.
Recuerdos que nunca han existido en mi, me golpean en los ojos, cuántas palabras más poderosas que las imágenes habría que contar. Cuántas vidas... cuántas.

Me siento muy cómodo allí, sintiendo como el pasado y el presente se abrazan y crean un devenir repleto de recuerdos por crear.

Esto es historia de Madrid, pero me pregunto yo, ¿Dónde está?

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