jueves, 11 de diciembre de 2008

Pasos huecos

Vengo del hospital. Detesto los hospitales, ese hedor cargado, ese quejido perpetuo, pasos huecos.
Mi madre tiene roto el tobillo, cuando en un principio solo nos dijeron que era un esguince leve, ¡Hay que joderse!
Lo peor son las horas muertas, esperando algo que algo que no sabemos que es.
Miles de caras, todas ellas desconocidas, anhelan algo parecido a lo que espero: una solución.
Un café, dos. Minutos, horas. El tiempo se indefine.
Uniformes blancos, verdes. Camillas, traqueteo de sillas de ruedas. Qué sentimiento más extraño.
La última vez que pisé un hospital fue cuando me operaron de fimosis, hace casi 3 años, y lo pasé tan mal que quisiera volver a repetir la experiencia.
Me acuerdo que mi operación fue sin anestesia, y en mi vida he sentido tanto dolor, hasta se me paralizó el lado izquierdo del cuerpo. Lagrimones como puños. Qué dolor.
Es curioso pero tampoco me gustan las series de hospitales, la única que aguanto ver es “House”, y solo por House.
Me quedan dos semanas de éstas esperas ásperas, y de este mal sentir.
Qué espera más larga cuando no sabes como pasan los minutos.

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